He tenido que estar una semana. Simples siete días sin ti, entre medio de las continuas visitas, cariños, abrazos, besos que no paraban de caer sobre mi piel gracias a ti, y no he sido capaz de contener mi fuerza y mis impulsos de querer tirarte de un brazo al verte en una foto para que vengas a estar conmigo.
No tengo más que decir. Mi represión a la distancia parece haberse apaciguado durante este mes y medio que parece estar siendo fugaz, y he de reconocer que aunque no quiero que termine jamás, tendrá que hacerlo antes o después,
y volveré a perder tus ojos de mis pupilas mirándome fijamente aunque con los párpados a medio cerrar mostrándome cuando afecto sientes por mi,
volveré a perder tus labios tan cerca de los míos transmitiéndome tu calor hablando de las cosas de cada día mientras te escucho, o no, e intercambio miradas con tus ojos y tus labios,
volveré a perder tu pelo suave y brillante que me roza con cada abrazo,
volveré a perder cada abrazo fuerte y caliente de tu piel clara,
volveré a perder el pecho que siempre me acoge para quedarme dormida mientras inhalo el perfume de tu ropa y tu piel, la fragancia de mi pequeño príncipe soñador.